Reflexiones
He estado pensando en todo lo que está pasando. En la situación en la que viven muchas personas. En las injusticias que se están cometiendo. Y yo me pregunto, ¿qué hemos hecho mal? Esa pregunta tiene fácil solución.
Hemos pensado mal. No hemos barajado todas nuestras cartas. No hemos tenido en cuenta otras salidas. Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Hemos consumido en vez de guardar. Hemos sido cigarras en vez de hormigas. Y ahora yo me pregunto, ¿de verdad somos tan valientes de admitir todo esto? Otra respuesta de fácil solución.
No. Para nosotros es más fácil decir que la culpa la tiene el gobierno. Los políticos. La justicia que no hace bien su trabajo. Al poder en general. Pero no estamos pensando en algo importante y tan simple como que somos nosotros, el pueblo, los que escogemos. Los que votamos a todas esas personas para que nos representen y nos controlen. Somos nosotros quienes damos el poder a los corruptos y a los farsantes. ¿De verdad no habéis pensado en ello? Otra pregunta y otra respuesta fácil.
No. Pues no miramos que nuestras acciones tienen consecuencias que tarde o temprano tenemos que pagar. Debemos empezar a saber que queremos y no escoger lo contrario a lo que teníamos sólo porque lo anterior salió mal. Hay que jugar bien las cartas para ganar la partida y dejar de quejarnos de algo que nosotros hemos pedido. Hay que empezar a aprender de los errores.
Tenemos que dejar de ser cigarras para convertirnos en hormigas.
Hemos pensado mal. No hemos barajado todas nuestras cartas. No hemos tenido en cuenta otras salidas. Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Hemos consumido en vez de guardar. Hemos sido cigarras en vez de hormigas. Y ahora yo me pregunto, ¿de verdad somos tan valientes de admitir todo esto? Otra respuesta de fácil solución.
No. Para nosotros es más fácil decir que la culpa la tiene el gobierno. Los políticos. La justicia que no hace bien su trabajo. Al poder en general. Pero no estamos pensando en algo importante y tan simple como que somos nosotros, el pueblo, los que escogemos. Los que votamos a todas esas personas para que nos representen y nos controlen. Somos nosotros quienes damos el poder a los corruptos y a los farsantes. ¿De verdad no habéis pensado en ello? Otra pregunta y otra respuesta fácil.
No. Pues no miramos que nuestras acciones tienen consecuencias que tarde o temprano tenemos que pagar. Debemos empezar a saber que queremos y no escoger lo contrario a lo que teníamos sólo porque lo anterior salió mal. Hay que jugar bien las cartas para ganar la partida y dejar de quejarnos de algo que nosotros hemos pedido. Hay que empezar a aprender de los errores.
Tenemos que dejar de ser cigarras para convertirnos en hormigas.
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