No llores por el sol que muere en el ocaso...
¿Alguna vez te has detenido mirar el sol que se oculta en el horizonte?, a
veces se le aprecia matizando el atardecer con sus tonos: púrpuras, rojos,
amarillos y naranjas. Es algo "espectacular" admirar un atardecer, ya
sea en el mar, en la montaña, en la ciudad. Muchas veces quisiéramos congelar
el tiempo para poder contemplar ese instante...
Y aunque los atardeceres no sean de nuestro agrado, sin duda en la historia
de cada quien tenemos algo que, así como el sol deja maravillados a los amantes
de los atardeceres, así también ese algo deja en nuestra historia experiencias
que nos llenan de gran gozo por haber vivido algo "espectacular". Tal
vez no con una imagen sino más bien con una experiencia.
No sé... tal vez momentos memorables que muchas veces no eran esperados por
nosotros. Aquellos instantes que fuimos descubriendo en nuestro caminar,
espacios en los que descubrimos al amigo inseparable de los momentos de juego,
o las simplezas del mundo en nuestra niñez, o el amigo entrañable de la
primaria, los cuates del secundaría tal vez, el primer beso quizá, el primer
torneo en el que ganamos algún primer lugar, la primera novia, los logros
profesionales; en fin un sin número de situaciones que se nos han presentado.
Cada persona conoce los suyos y los sabrá atesorar en su memoria.
Pero todas estas experiencias tienen algo inseparable a la naturaleza
humana... su temporalidad. Así es, y de esta manera a veces llegamos a pensar a
veces que lo malo de algunas cosas que vivimos es... que se acaban. Algo así
como: "lo malo de lo bueno es cuando se acaba".
Cuando no aprendemos a darle un significado a ese sentimiento que surge en
nosotros al ver que algo que nos hizo gozar ha pasado, sentimos un nostalgia,
como añorando extender lo pasado, a veces hasta de frustración. Esto puede
tornarse en algo muy complejo de la persona porque esta reacción puede ser
consciente o inconsciente llegándole a dominar. Cosa que cualquier psicólogo
sabrá explicar mejor que yo.
He aquí el dilema ¿Cómo asumir que algo tan bueno ha pasado?... Le damos
valor al pasado tal vez porque encontramos en el algo que apreciamos en él,
pero el problema es cuando este valor se torna tan grande que decidimos
encerrarnos en un imposible; en el clásico "hubiera", "que tal
si", "ojala que se pudiera", etc., todos ellos haciendo
referencia al pasado.
¿Por qué desear tanto el pasado? ¿Por qué pensar que todo ha pasado? ¿Por qué
resistirse a seguir? Es cierto que se aprecia lo "extraordinario"
precisamente por su peculiaridad, incluyendo del pasado, pero analizándolo más
de fondo caeremos en la cuenta que esa peculiaridad es en referencia a nuestras
experiencias pasadas. Y entre más vivimos más situaciones se nos presentan. ¿Por
qué entonces habremos de creer que lo vivido es lo más maravilloso del mundo,
lo más "extraordinario"?, ¿no sería esto como menospreciar el
futuro?, ¿cómo quitarle la oportunidad al presente de sorprendernos?.
Vivimos del pasado en cuanto a que somos en gran medida fruto de nuestras
experiencias, pero si nuestras experiencias nos nutren no es para que
desgastemos nuestras energías añorando lo que pasó, si no para que
generosamente estemos abiertos a las posibilidades que se nos presentan en el
ahora, pues cada día es nuevo.
"Fue bueno mientras duro", "Ojala nunca hubiera
pasado". Frases engañosas que, bajo ciertas condiciones, pretenden ser una
evasiva ante la realidad y menosprecio propio. La primera de ellas porque si
bien ya ha pasado algo que vivimos, ahora ese algo forma parte de nosotros pues
nos ha dejado marcados y cuando esta frase va encaminada con el deseo de
olvidar, entonces negaremos lo que ya forma parte de nosotros, poniéndonos en
la tentación de despreciarnos. De igual forma sucede con la segunda frase,
aunque esta conlleva una negación que se presenta con mayor frecuencia cuando
una experiencia amarga pone fin a algo que habíamos estado disfrutando.
¿De qué manera conciliar lo vivido?, ¿Cómo podemos seguir el camino?... La pérdida
de algo bueno y la experiencia amarga de haberlo perdido hacen más marcado el
antes y el después, contrastan más lo que se nos presenta. Situación dolorosa
sin duda, pero que en nada se solucionará si nos enfocamos en ella. Las razones
para continuar y los caminos que podemos seguir se revelaran en la medida en
que estemos dispuestos a aceptar lo vivido y anhelar lo que viene. Solo así con
un corazón dispuesto encontraremos en nuestra historia un tesoro que permanece
como experiencia, y que nos dispone para contemplar algo más
"espectacular".
Después de todo si lloramos porque el sol se oculta las lágrimas no nos
dejarán ver la belleza de la luna que nos saluda y de las estrellas que le
acompañan.
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