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Mostrando entradas de octubre, 2012

Tu turno

¿Terminaste de hablar? Muy bien. Ahora escúchame tú a mí. Me importa una puta mierda lo que pienses de mí y de todo este asunto, que creas que lo estoy haciendo está mal y que debo haberme vuelto loca para tomar una decisión así. Sinceramente, me da igual. Yo elijo mi destino. Yo elijo mi camino y soy yo quien tendrá que cargar con las repercusiones que puedan ocasionar mis actos. Yo soy la dueña de mi destino y elijo este sendero. ¿Que será duro? Lo sé ¿Que querré dejarlo mil y una veces? También lo sé. Pero pese a todo esto, te aseguro una cosa, este es mi camino y lo tomaría una y otra y otra vez si tuviera que volver a elegir. Yo he tomado una decisión, ahora te toca a ti decidir si te quedarás a mi lado o me dejarás sola. Tú decides. Pero por si eligieses la segunda opción, tranquilo, quiero que sepas que no tengo miedo de caminar por este mundo sola. Eso es todo. Yo ya he movido mi pieza en este tablero. Tu turno.

En busca de la felicidad

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Cada película que vemos, cada historia que nos cuentan, nos piden que creamos en ellas: el giro al final de la historia, la declaración de amor inesperada, la excepción a las reglas. Pero a veces estamos tan obsesionados por encontrar nuestro final feliz, que nos olvidamos de leer las señales. Las que diferencian a los que nos quieren de los que no, a los que se quedarán de los que se irán. Y es posible que ese final feliz no incluya a la persona ideal. Puede que seas tú, recomponiéndote y volviendo a empezar, liberándote para algo mejor que puede haber en tu futuro. Puede que el final feliz sea simplemente pasar página.